martes, 20 de octubre de 2015

Todos por el cambio



En Colombia el slogan de campaña que se ha utilizado siempre por todos los políticos de las diferentes contiendas electorales es la palabra cambio, aún no sabemos a qué hace referencia esta palabra, puesto que el cambio parece la continuidad del mismo sistema político las administraciones ya sean de gobierno, gobernaciones alcaldías y demás no se les nota un rompimiento con lo antiguo y lo nuevo.

Pero no solo es esto, los políticos en su afán por conseguir aumentar su caudal electoral y muy a pesar de que sus pasadas administraciones, han sido sancionado o cuestionados por malos manejos, contratos fraudulentos, interés indebido de contratos o lo que es peor aún, con investigaciones en curso por parapolítica, le apuestan al cambio, cuando no precisamente fue el cambio lo que determinó sus administraciones o su ejercicio político.

Estos deberían ser los temas que se debatan en las campañas, porque en su administración no se generó el cambio que hoy plantea, o que paso con el desvío de determinados recursos, porque ahora si es el momento del cambio. Si cada sufragante fuera consciente de que su voto vale más que un tamal o unos ladrillos o unas baterías sanitarias, quizás estas formas clientelistas de hacer política no serían lo que determine las administraciones públicas.

Por el contrario al remedo de democracia Colombiana, se le han venido sumando no solo políticos inescrupulosos, sino personajes de oscuro pasado que buscan no solo apoderarse de las alcaldías y gobernaciones, con el fin de mantener el poder y el cacicazgo, no solo con el trasteo de votos, sino a partir de alianzas con paramilitares o investigaciones en curso por diferentes delitos, que en cualquier parte del mundo estarían inhabilitados o por ética no se presentarían hasta confirmar su inocencia y recuperar el buen nombre, pero parece todo lo contrario entre más investigaciones tenga, mas partidos le otorgan su aval, son estos los que más caudal electoral mueven.

Este vacío y lento proceder de la justicia deja el camino abierto para que estos políticos u otros de su mismo grupo ejerzan el poder, lo que se ha llamado coloquialmente gobernar en cuerpo ajeno. Es decir, la ética que debería existir por quienes ejercen el poder político no ha existido, estas formas de corrupción son las que han permitido la permanencia de esa élite política corrupta, clientelista e ignorante, que persiguen intereses propios.

O sino como se explica los grandes capitales de los políticos, sus múltiples empresas que además contratan con el Estado, sin que lo permita la ley, pero que logran torcer el cuello a la norma. Esto puede explicar el por qué varios grupos políticos invierten cantidades de dinero en las campañas publicitarias, si saben que tienen garantizado por una parte lo que el Estado les otorga y por otra los dineros que manejan sus administraciones, por esto mismo los empresarios invierten en estas campañas, ellos si entienden de negocios redondos.

Con esta participación tienen garantizado el negocio sin licitación, los contratos extensos, la malversación de fondos, los sobrecostos en obras de interés social, la caducidad en los contratos sin que haya responsabilidad alguna de los contratistas, todo esto con graves implicaciones para el desarrollo y la equidad. Es decir, la política es una gran empresa con grandes beneficios para sus socios.

El discurso a los que todos los políticos apelan como el beneficio social, haciendo política para todos, con tu voto contribuyes al progreso, esta vez sí, esconde grandes intereses propios, pues el ejercicio político ha demostrado que está lejos de ser un voluntariado en beneficio de los más necesitados, sino una carrera por quedarse con los bienes públicos.

Para finalizar vale reflexionar si estos candidatos sean los que fueren son los que realmente representan el cambio, sin olvidar que muchos de estos llevan décadas devengando de las administraciones públicas y no se conoce lo eficiente que han sido ejerciendo su cargo, porque no solo el que roba es deshonesto también los que no ejecutan obras o se mantiene en la inercia e impiden el desarrollo de su región.