miércoles, 9 de diciembre de 2015

La importancia de una Constituyente



Mucho se ha dicho sobre cuál debe ser la forma como se implementen los acuerdos alcanzados en la mesa de diálogos en La Habana, para el gobierno y la élite estos se deben ratificar con un plebiscito, donde los colombianos decidan la pertinencia de los acuerdos. Es decir, si están de acuerdo votaran por el y si no están de acuerdo votaran por el no. esa sería la participación, de acuerdo a esto, posiblemente se daría la continuidad del conflicto o el fin.

En cambio para la insurgencia y otros sectores sociales, el fin del conflicto se debe implementar con una nueva Carta Magna, donde exista participación de todos los sectores sociales sin excluir a ninguno, en igualdad de condiciones, una construcción colectiva sobre el nuevo país después de un prolongado conflicto.

Sin duda, para la élite esta decisión puede representar un peligro para su permanencia en el poder, acostumbrada a acomodar todo para su beneficio y justificar sus medidas represivas bajo el discurso de la amenaza interna que va desde el comunismo, pasando por el terrorismo hasta llegar al castro-chavismo, todos estos fenómenos han incidido en el poco desarrollo y en el crecimiento desmedido de las Fuerzas Armadas, según argumentan varios sectores políticos y económicos del país.

Sin olvidar, que la extrema derecha también le está apostando a una nueva Constitución haciendo cuentas de lo que según dicen los medios de desinformación el gran apoyo con el que cuentan, esto muy seguramente les daría un mayor número de representantes lo que daría lugar a mayor incidencia en los temas que se debaten y podrían proponer la re-elección indefinida para beneficio propio, solo para el mesías colombiano.

Como lo ocurrido en la Constitución del 91, donde la participación de las guerrillas desmovilizadas no se concretó en acuerdos que transformaran el Estado, sino que por el contrario esta fue rápidamente cooptada por las élites por lo que se perdió la oportunidad de un nuevo escenario político, económico y social. Entre ellas impedir el salto al modelo neo-liberal.

Esto es lo a lo que el gobierno le apuesta, al ofrecer una cuantas curules a la insurgencia por un periodo determinado y de esta forma concluir con el proceso de paz, sin que se transforme nada, eso sin olvidar que estos mismos sectores consideran que un proceso de paz debe ser exitoso si todos y cada uno de los insurgentes paga un largo periodo en la cárcel, entendiendo que son solo ellos los que cometieron delitos, he impedir su participación política.

Aquí surge un interrogante que pasa cuando una Comisión de la Verdad determine que en la existencia de un conflicto como el colombiano participaron diversos sectores que cometieron un sinnúmero de delitos en la sombra, fueron los determinadores, auspiciadores, patrocinadores y beneficiarios de masacres, desplazamiento forzado, desapariciones entre otros. Será que estos cuentan con un fuero especial.

Hasta este momento, el gobierno le ha dado a entender a la opinión pública que la insurgencia ha sido derrotada, por ello la tiene sentada en la mesa, donde se negocia su entrega sin que medie ningún acuerdo de paz, de ahí que en el Congreso apruebe el marco jurídico para la paz, el umbral del plebiscito, la participación de la insurgencia en el Congreso. Sin olvidar, el tema de la extradición que se utiliza como castigo si los insurgentes no obedecen.

Todos estos temas se debaten sin que se discutan en la mesa, con el fin muy seguramente de quitarle peso a los acuerdos, en esto Santos es experto, nada raro tendría que un día informara a los colombianos en alocución televisada que eso tales acuerdos no existen y que ordenó la captura de los insurgentes.

Por ello, el fin del conflicto debe y tiene que ser ratificado en una nueva Carta Magna, más de 50 años no se pueden convertir en un o no, con ellos, se estaría dejando el espacio abierto para el surgimiento de nuevos conflictos no solo del Estado, sino de otros sectores sociales o delincuenciales.