miércoles, 18 de mayo de 2016

La niñez colombiana ¿de combatientes a obreros o de obreros a combatientes?



La Constitución Nacional pone como eje la protección de los derechos de los niños sobre cualquier derecho y estos entre otros contemplan: el derecho a una familia, a la salud, educación, alimentación, vivienda. Se castiga la explotación laboral, sexual. Es decir, ningún menor de edad está obligado a trabajar y cumplir con una jornada laboral, pues, se le estaría violando sus derechos, como también se le violan sus derechos cuando los menores de edad mueren de desnutrición o hambre o por falta de una atención médica oportuna o porque carecen de un techo donde vivir y mueren de frío.

Estos son algunos de los derechos que están vigentes en la Carta Magna dirigidos a proteger a la niñez, pero que nunca se cumplen, como tampoco existen culpables cuando son evidentes las violaciones a los derechos de la infancia. Para el Estado los niños siguen siendo invisibles. Uno de los caso que por estos días debería indignar al país, es lo ocurrido con los niños wayuu, la muerte por desnutrición, incluso se ha llegado a plantear la desaparición de esta comunidad indígena por esta causa. Vale decir, que esta no es la única comunidad indígena ni campesina que se ha visto afectada por esta problemática sin contar con la falta de puestos de salud que hacen más difícil la situación.   

En las ciudades la falta de atención de la niñez sigue el mismo patrón, a diario son reportados niños con solo horas de nacidos abandonados en las calles o basureros, lo que debería configurar un problema de salud pública, que debe tener soluciones de fondo, sobre todo cuando se trata de madres adolescentes. Esto sin contar, los menores que permanecen o son llevados a la calle del “Bronx”, lugar donde prolifera el consumo de sustancias psicotrópicas, la delincuencia y la esclavitud sexual sobre todo en niñas menores de edad.

Frente a esta problemática social, el gobierno no ha formulado ninguna ley que busque restablecer los derechos a los menores, o que impida que más menores sigan siendo víctimas, esto obedece en la mayoría de los casos, a la falta de atención social, educación y pobreza.

La pobreza es el mismo factor que obliga a los menores a dejar de asistir a la escuela para vincularse al trabajo, en condiciones desfavorables, los trabajos no son acordes con su edad y su remuneración es inferior, así desempeñe las mismas labores que un adulto, aquí surge una pregunta, que un menor trabaje al interior de una mina, o en canteras o cargando bultos, no es igual de violento que recibir un entrenamiento militar, igual sucede con los niños sicarios que son contratados para matar, para estos casos, el gobierno ha dispuesto algunos castigos, que no solucionan el problema desde su origen, como lo es impedir que un menor sea reclutado por bandas criminales.

Si bien, todas estas son problemáticas que afectan la niñez el Estado no se ha preocupado por otorgarles el mínimo derecho, como lo es la educación, esto no solo con la gratuidad sino creando infraestructura que permita que los menores puedan hacer uso de este derecho sin tener que desplazarse por sitios alejados de su entorno social o por sitios donde su seguridad se ve afectada.

Para el Estado, solo existe una población infantil que merece su atención y repudio, estos son los menores combatientes de las guerrillas. Según el Estado los menores son obligados a enlistarse en lo que se conoce como reclutamiento forzado y a realizar tareas concernientes a la guerra, con lo que se viola todos sus derechos y DIH.

Se entiende, que no todos los menores son obligados, ningún ejército irregular se mantendría a la fuerza y ellos aprovecharían las circunstancias para huir. Según la insurgencia muchos de estos menores llegan a sus filas producto de diversas problemáticas incluso huyendo del mismo Estado y su ejército, el hambre y la miseria son factores que inciden. Pese a esto, no son los únicos menores combatientes los paramilitares reclutan menores, las bandas criminales.

Según el Estado, el paramilitarismo se desmovilizo con más de 30 mil miembros de los cuales no se sabe cuántos de estos eran menores, no se sabe cómo se les restablecieron sus derechos. Luego de más de 8 años, ya deberían existir datos estadísticos sobre la forma como estos menores fueron incorporados a la vida civil.

Pues se entiende, que el Estado debe garantizarles sus derechos y generar las condiciones para que no regresen a las armas, no basta con la vinculación a cualquier actividad productiva o mantenerlos en sitios para desmovilizados hasta que cumplan la mayoría de edad, sino se generan las condiciones óptimas para su reingreso a la sociedad. No se puede entender que los menores hagan tránsito de combatientes a obreros.


Para finalizar se puede decir que el gobierno tiene una doble moral acerca de la niñez, mientras los niños indígenas y campesinos mueren de hambre, estos no son objeto de denuncia frente a la comunidad internacional, violándoles sus derechos sobre todo el derecho a la vida. La pregunta que surge es que va a pasar con los menores que la insurgencia va a entregar, el gobierno ya tiene un programa de apoyo psico-social y restablecimiento de derechos, no basta con que regresen a sus familias, si van a encontrar las mismas problemáticas que los hicieron huir, o recibir una formación en panadería o construcción, con lo que se estaría formando obreros.