miércoles, 9 de noviembre de 2016

Ideología del Odio



Uno de los elementos que han prevalecido durante décadas como formas de hacer política es estimular el odio hacia el contradictor o su oponente político. Este método tuvo su punto más alto en los gobiernos del nefasto Uribe Vélez, donde todo aquel que no perteneciera a su círculo léase “banda buenos muchachos”, era considerado un perverso enemigo al cual había que combatir no solo con medios legales, sino a través de intimidaciones, seguimientos, entre otros muchos.

Para que estos odios encontraran su cauce, estuvieron los medios de desinformación que diariamente hacían y hacen eco de lo que diga el patrón, lo que ha llevado a una exacerbación de odios, incluyendo la pobreza del lenguaje y todas aquellas manifestaciones que a diario se pueden leen a través de las redes sociales, lo que supone que se ha venido creando lo que podríamos llamar la ideología del odio. En un país donde a diario se estrenan nuevos términos como la ideología de género u homosexual, el castro-chavismo, la narco-ideología. Todo ello con el ánimo de implantar temor y odio.

Esta ideología del odio puede explicar por qué a diario se suceden infinidad de víctimas por riñas callejeras e intolerancias, que no son más sino el reflejo de lo que desde el gobierno se ha venido estimulando. Santos no ha sido la excepción así mantenga una mesa de diálogos en La Habana, su doble moral y la poca importancia que le ha dado a los Acuerdos de paz, dieron como resultado que los colombianos valoraran más la ideología del odio que un proceso de paz.  

Para ello, solo necesito un socio estratégico con capacidad de gerenciar la campaña del NO, dando la idea de que la derecha y la extrema derecha, eran enemigos irreconciliables, lo que hacía prever los resultados que se obtuvieron en el plebiscito. Fue más bien un acuerdo tácito, entre estas élites que tarde se dieron cuenta, que la insurgencia estaba dispuesta a cumplir lo pactado y el proceso no tenía marcha atrás, como en anteriores procesos.

Para estos sectores todavía resulta más rentable justificar sus campañas políticas y sus programas de gobierno con el discurso de la lucha contra guerrillera, con ello recibir mayor apoyo de los países industrializados, con el fin de seguir manteniendo la máquina de guerra que opera desde país, con el sello de exportación made in Colombia.

Esto puede explicar el doble discurso que se venía difundiendo desde el gobierno, cuando el mismo Santos afirmaba que las FARC jamás llegarían al poder, o el del vice un politiquero con ínfulas de presidente afirmo que a las FARC se derrotarían en las urnas, este doble discurso fue sin duda el que contribuyó a que los votantes se sintieran identificados con el odio y votaran por jamás la paz, bienvenida la guerra perpetua.

Ya sabemos que el gobierno promotor del plebiscito como única fórmula de refrendación de los acuerdos, esperaba un mínimo margen que le diera el SI, para impedir su implementación hasta no definir la infinidad de demandas que los del NO, iban a interponer frente a las Cortes, ya había anunciado una tutelaton todo con el fin expreso de sacar réditos políticos en elecciones del 2018. Su campaña política iba argumentar lo inviable y nefasto para la “democracia” si se permitía que guerrilleros llegaran a ejercer su derecho al ejercicio político.  Olvidando que los paramilitares ya tuvieron su cuarto de hora y no lograron pacificar el país.

Ahora aliadas las élites del SI-NO, pretenden acorralar a la insurgencia con el desmantelamiento de la columna vertebrar de los acuerdos, como son la justicia transicional, participación política, tema de tierras. Lo que no han logrado durante más de 60 años de guerra, recibiendo ayuda extranjera, lo pretenden en una Mesa.

No podemos llamarnos a engaños si Santos hubiera visto si quiera una posibilidad remota de vencer a la insurgencia por la vía armada lo habría hecho, como lo pretendieron sus antecesores. Por ello, le convenía una victoria con un mínimo margen donde prácticamente quedara atado, que un triunfo contundente, lo que posiblemente podría definir las presidenciales del 2018.

En este momento se puede decir que el proceso de paz se está definiendo entre la pax romana, que no pudieron lograr los del NO durante 8 años y la paz neoliberal propuesta por Santos, cambiar para que todos siga igual, sin modificar el modelo económico, sin participación de amplios sectores sociales.  Lo que supone la continuidad del conflicto armado.