martes, 31 de enero de 2017

Colombia y la paz

Durante décadas los gobiernos nacionales argumentaron que la permanencia del conflicto armado se explicaba por la intransigencia de la guerrilla y la falta de seriedad frente a unos diálogos de paz. Pese a esto, el gobierno de Betarcour (1982-1986) instaló una mesa que tuvo un cese al fuego y dio como resultado el surgimiento del partido político Unión Patriótica.

Contrario a estos acuerdos, el gobierno nacional no tenía la decisión expresa de incorporar a la insurgencia al ordenamiento político, abriendo espacios de participación en la toma de decisiones públicas y concluir de forma definitiva con el perverso Frente Nacional. Por otro lado, emergía una élite empresarial ligada a la producción de cultivos ilícitos, quienes venían ganando terreno en todas las esferas del Estado. Es decir, estos nuevos empresarios lograron permear las instituciones, lo que hizo imposible, que el Estado legislara en contra de los “nuevos ricos”.

Por lo que al Estado le convenía incentivar la guerra contra la insurgencia y dar por concluido un proceso de paz. Pese a esto, los diálogos de paz no solo encontraron las dificultades propias de una negociación entre opuestos, sino que para este momento las Fuerzas Armadas venían actuando como otra fuerza política en oposición a los Acuerdo de la Uribe, razones que llevaron a que estos rompieran el cese al fuego e iniciaran combates.

Para este momento y explicado por la poca decisión del Estado de darle fin al conflicto, se habían fortalecidos las élites políticas junto con las alianzas siniestras de paramilitares, vale decir, que estos operaban desde la década de los años 50, se habían fortalecido con la producción y comercialización de cultivos ilícitos, la extensión del latifundio, con el desplazamiento de poblaciones enteras. Esto dio como resultado una de las peores crisis humanitarias.

La década de los noventa marca un nuevo comienzo, no solo para los diálogos de paz sino para las confrontaciones armadas, las guerrillas, el Estado junto a los paramilitares dan por finalizada una etapa de confrontaciones y se preparan avanzar hacia la derrota de su oponente. El Estado inicia un proceso de profesionalización con tecnología de punta traída desde EEUU e Israel, así mismo dándole mayor apoyo y entrenamiento a los paramilitares, con el fin de que estos le hicieran el trabajo sucio al Estado, este no podía justificar las masacres de poblaciones enteras le dejaba todo a estos grupos, que actuaban justificando la presencia de la guerrilla.

La guerrilla a su vez, se había fortalecido y entró a desafiar al Estado en su ordenamiento. Este momento los gobiernos de turno argumentaban que la derrota de la insurgencia sería en un corto periodo 16 meses y el país volvería a tomar el orden interno, fue cuando el gobierno de Gaviria (1990-1994) argumento que las FARC eran unos “perros rabiosos” cuesta creer que alguien que plantea este argumento este a favor del plebiscito.

Con este panorama fueron pasando los gobiernos quienes no tenían intensiones de dialogo con la guerrilla, sus programas de gobiernos se enfocaban hacia la consolidación del modelo neoliberal, que a darle salida a las problemáticas internas, llevando al país a una crisis de legitimidad, donde el Estado desbordo sus funciones y la fuerza pública se constituyó como una fuerza aparte, que no configura un golpe de Estado porque estos no se tomaron el poder, pero si adquirieron niveles de dictadura y de ser una rueda suelta al interior del Estado. Bajo esta lógica es que se explica los mal llamados falsos positivos.

Al empezar un nuevo gobierno Andres Pastrana (1998-2002), este inicia unos nuevos diálogos de paz, con el despeje de una parte del territorio nacional conocido como el Caguan, diálogos que fueron rotos por el gobierno argumentando el incumplimiento de la insurgencia y la falta de seriedad.

Pero que escondían de fondo la firma del Plan Colombia, con lo que el conflicto armado interno se convertía en un conflicto internacional, esto explicado, no porque algún país vecino le hubiera declarado la guerra a Colombia, sino por la forma como el país se preparaba para iniciar una guerra interna con ribetes internacionales. Es decir, fue el Estado el que declaró una guerra en su territorio y a sus nacionales. Con el mismo argumento la falta de cumplimiento de la insurgencia y que estos no querían la paz.

Fue así como algunos analistas definieron el “síndrome del Caguan”, para argumentar un desgaste por parte del Estado frente a la intransigencia de la insurgencia y la poca credibilidad y aceptación al interior de la sociedad. Para que el gobierno pudiera posesionar sus argumentos pagaba a todas las firmas encuestadoras sobre la aceptación de las FARC, donde estas siempre tenían un muy bajo puntaje, no contaban con el respaldo de la sociedad.

Hoy dejando atrás una cruenta guerra de los últimos años y luego de 4 años de diálogos de paz en La Habana, de haberle otorgado poder de decisión a la ciudadanía en las urnas y de estas no estar acorde con el momento histórico, la guerrilla de las FARC se disponen como hace más o menos 52 a marchar, en las Columnas en Marcha comandadas por Marulanda, a marchar esta vez no para combatir con armas sino con ideas comandas por Timochenko.

Pese a lo acordado en La Habana la insurgencia ha encontrado obstáculos, no solo para su movilización hacia los nuevos campamentos ZVTN, esto por el incumplimiento del gobierno, quien debería tener listas estas zonas a partir del 2 de octubre fecha en la cual los colombianos votaron el plebiscito. Esto hecho contrasta con el ánimo de los guerrilleros quienes esperan entrar a ser parte del Estado con derechos y deberes.

Si bien, la insurgencia ha dado muestras de confiar en el Estado y en el gobierno al aceptar iniciar unos diálogos a pesar de que Santos actuó de forma a leve y premeditada cuando ordeno la muerte del comandante Alfonso Cano, impulsor y convencido de solución política. A este hecho se le suma la mentira sobre los buenos oficios ante el gobierno gringo para la entrega del guerrillero Simón Trinidad. Por lo que se puede entender que el gobierno no tiene la intención de darle salida definitiva al conflicto.

La demora en la adecuación de las ZVTN, puede significar que los guerrilleros encuentren que a pesar, de la firma de los acuerdos el Estado continúa igual o peor al momento que decidieron la lucha armada, lo que puede significar que algunos den un paso atrás. Pues, esto es lo que van a encontrar del Estado. Aquí surge la pregunta será que Colombia está preparada para la paz, o la guerra solo fue la excusa para mantener empobrecido el país frente a una élites ineptas, ignorantes y delincuentes que se resisten a dejar el botín que representa el Estado.

Finalmente a la insurgencia les digo que bienvenidas a la lucha política, el camino no es fácil y tendrán la dura tarea de superar a Marulanda en esos más de 60 años de construir una guerrilla, ahora convertida en partido político. Según Timochenko este camino empieza con un gobierno de transición, que no es otro que el fin del Frente Nacional y la construcción de lo que realmente represente un partido político.