martes, 6 de febrero de 2018

La insurrección del voto



En Colombia existe una élite política que ha permanecido en el poder durante toda La República, para lograr su permanencia han inventado guerras, desordenes sociales, polarizado a sus seguidores, golpes de estado, hasta una dictadura disfrazada de elecciones que se llamó Frente nacional. Todo con el fin expreso de permanecer en el poder e impedir el surgimiento de opositores políticos o de fuerzas sociales que amenazaran su estabilidad.

Son estas las razones que llevaron al surgimiento de grupos armados amparados por el Estado, que han buscado por todos los medios eliminar a los opositores políticos del gobierno, pero que han argumentado su accionar como la lucha contra guerrillera, con el fin de defender el statu quo, para beneficio propio. Es decir, el Estado no ha gobernado para el conjunto de la sociedad sino para un grupo, lo que producido una enorme asimetría social, donde el país tiene el deshonroso segundo lugar en inequidad y pobreza.

En época de campañas electorales, que parecen  que duran un periodo presidencial 4 años, los políticos elegidos se dedican a cultivar sus clientelas a ofrecer favores a empresarios, multinacionales e industriales, con el fin de recibir su apoyo o garantizarle a su sucesor el puesto. Aunque, está prohibido estas prácticas corruptas son aceptadas por el mismo Estado y sus representantes quienes no dudan en hacer concesiones con industriales y multinacionales por debajo de la mesa para otorgarle licencias e inversiones a largo plazo, sin que haya un compromiso real de cumplimientos; casos para enumerar existen por montones como ODEBRECHT, REFICAR, NAVELENA o el puente de Chirajara, el túnel de la línea, hasta ahora no sabemos quién responde o si existe un responsable de estos robos, desfalcos, corrupción, incumplimiento.

Lo que si tenemos certeza son los gobiernos que permitieron estas prácticas, que no son solo Uribe- Santos, todos los gobiernos han utilizado la corrupción como parte de su agenda política, han ofrecido y recibido dádivas a cambio de aprobar determinado proyectos, leyes, o archivar las mismas, de incidir en determinadas decisiones de orden judicial, por lo que la justicia se ha convertido en un instrumento que cumple una función más allá de su competencia. Es decir, al fiscal no le corresponde politizar sus funciones, pero su cargo obedece a una cuota política de alguna rama del poder público.

Por ello, en periodo electoral se debe asegurar un candidato que cumpla estos objetivos, de acuerdo a como la misma élite ha organizado su sucesor, todos los gobiernos han sido elegidos bajo esta práctica que se esconde con una participación en las urnas, pero que el elector sabe quién es el siguiente, por ello, ni siquiera se esfuerzan por convencer a sus electores con programas de gobierno, innovadores que busquen eliminar la pobreza, marginalidad, falta de educación, empleo o vivienda, incentivar la ciencia y la tecnología, con ello desarrollar la industria interna.

Ningún candidato lo hace, pues sabe que ya tiene asegurado su puesto o las cuotas en el gobierno que le garantizan sus negocios personales o si tiene menos suerte, para eso esta la cancillería que le garantiza una embajada, como premio de consolación y de posibles negocios o estímulos por permitir el funcionamiento de una empresa en el país. Por ello, la carrera política no es un apostolado sino un lugar de negocios, clanes familiares que se disputan la permanencia en determinadas zonas, son el reflejo del negocio que  resulta ser político en Colombia.

Sin olvidar que todos argumentan que el país perdió el rumbo, rumbo que jamás ha tenido, un país con un conflicto armado, bandas de paramilitares que se disputan el poder, cartelización de todos los bienes públicos, hasta la Corte es un organismo de delincuentes, mientras que comunidades enteras de niños y enfermos se mueren de hambre, si en algún gobierno esto no ha pasado, merece que lo recordemos.

Las FARC en el escenario político  

Luego de firmar el Acuerdo de paz y la entrega de armas por parte de las FARC, estas pasan a convertirse en partido político y a participar del ejercicio político, con candidatos propios y con un programa de gobierno, surgido desde su propio imaginario colectivo. Pese a que durante su existencia como guerrilla enarbolo las banderas del marxismo-leninismo como ideología política y de haber planteado un programa agrario que permaneció como un reclamo hacia todos los gobiernos.

Hasta ahora no se conocen sus propuestas políticas, con las que se alistan a disputarle la carrera a la presidencia y al Congreso, es de anotar que dentro del acuerdo se concretó la participación de 10 representantes 5 en senado y 5 en cámara, para dos periodos consecutivos, es decir, si no alcanzan el umbral tienen asegurados estas representaciones. Por lo tanto, las FARC como partido político, puede participar de su actividad política, hacer proselitismo, recorrer el país con sus candidatos, tener acceso a los debates y participar en la plaza pública, como lo hace Uribe, Vargas, Pinzón entre otros más.

Pese a esto, las FARC han encontrado cierta resistencia auspiciada por las élites que no están dispuestas a perder el control de los bienes públicos, que han tomado como propios. Por lo que se han propuesto no solo el linchamiento a los líderes que han estado en la plaza pública, lo que puede ser muy riesgoso para la democracia y con antecedentes de violencia como los ocurridos en la década de los 90, no solo con el asesinato de los candidatos, sino el genocidio del partido político U.P.

La responsabilidad es del Estado, que desde el mismo gobierno ha invitado a los votantes a no apoyar a las FARC, con quienes negoció o permitir la protesta, sin olvidar que el código de policía prohíbe la protesta pública, pero en contra del gobierno y no en contra de las FARC, esta es legítima y cualquiera que se sienta con el derecho de linchar lo puede hacer.

La falta de garantías del gobierno al naciente partido, puede prever, un nuevo brote de violencia o la reactivación de la guerra, sino existen escenarios de disputa política y si no se cumple lo pactado, que otras opciones les queda a estos hombres y mujeres al interior de la sociedad, es decir, siguen siendo excluidos.

Por otro lado, están las FARC, en este año que se cumplió su salida de los campamentos y su ubicación en zonas veredales, los miembros del secretariado y los mandos medios, empezaron a abandonar estas zonas y desplazarse hacia las ciudades casi todos en Bogotá, sin contar que Timochenko máximo líder, ha tenido una muy corta estadía en el país, no solo por razones de salud, sino posiblemente de comodidad.  

Esto ha hecho que las FARC hayan abandonado por un lado a sus bases, los guerrilleros han ido perdiendo el contacto con sus antiguos jefes, lo que los ha dejado no solo en la incertidumbre de su porvenir, sino que han perdido el apoyo del colectivo. En este mismo escenario se encuentran las bases social de apoyo, sabemos que una guerrilla no pudo permanecer en el tiempo sin contar con apoyo de comunidades enteras, que reconocieron su autoridad y sus leyes como propias. Estas mismas comunidades han visto como las FARC, las han venido abandonando, no solo en hacer cumplir lo pactado sino como parte fundamental del programa político.

Las FARC como partido político han venido modulando su discurso, por lo que sectores que se identificaban con este discurso han perdido el interés, lo que les puede restar votos, sin olvidar que una experiencia similar se dio con la participación del M19, la cooptación puede ocurrir, lo que sería nefasto para las comunidades e integrantes que le apostaron a un cambio y ahora se encuentra que sus antiguos comandantes viven plácidamente en la ciudad con un sueldo de congresista, mientras que para muchos su situación es igual o peor de precaria a la que tuvo antes de levantarse en armas.

El linchamiento que pretenden hacer sectores manipulados por políticos, que además son delincuentes, con un largo historial de investigaciones, argumentando que deben pasar primero por la justicia y la cárcel, mientras son ellos mismos, que le han hecho zancadilla a la justicia. Vale decir, que las FARC como guerrilla, jamás ha escondido su accionar armado, mientras que políticos criminales han buscado la manera de esconder sus delitos, no solo para no cumplir con sus víctimas y la sociedad, sino para seguir manteniendo su poder político con todo lo que implica.


Finalmente, mientras las FARC, pretendan salir a la plaza pública sin buscar sus bases sociales de apoyo, se van a encontrar con resistencias que buscan linchar a alguien, para sentar un precedente, al no permitirles estar en la plaza pública buscar eliminar los apoyos que puedan tener e intimidar, a las FARC les diría que así como en el combate no fueron inferiores no lo sean en la plaza pública, sino lo hacen habrán perdido su revolución.